“Todos los candidatos
son pro estadounidense y se espera que continúe la excelente cooperación del
actual gobierno en materia de seguridad”.
Así versa un fragmento del cable 04PANAMA40_a, del 8 de enero del 2004 (para entonces gobernaba en el país canalero la
expresidenta Mireya Moscoso). Aquella era la lectura que la embajada de Estados
Unidos en Panamá, hacía del panorama político en torno a las elecciones generales
que se concretarían el 2 de mayo de 2004.
A un año de realizarse
los comicios del 2014, este y otros cables diplomáticos, filtrados por
WikiLeaks, que no han sido divulgados por la prensa panameña, se convierten en nuevas
evidencias que ayudan a restaurar la conciencia histórica de Panamá.
En el texto, la sede
diplomática compara la campaña política con una carrera de dos hombres, en un
campo de cuatro candidatos presidenciales; el perredista Martín Torrijos; los
arnulfistas, Guillermo Endara y José Miguel Alemán y el actual presidente, Ricardo
Martinelli, fundador y dueño del partido Cambio Democrático. Los dos hombres eran Torrijos y el fallecido expresidente
Endara. La alusión a una carrera está alineada con el título del documento: “mismos caballos, raza diferente”.
En el cable se infiere
que la embajada estaba determinada a identificar los posibles nombramientos
ministeriales que podrían ser incompatibles con los intereses de EE.UU, en torno a las negociaciones del Tratado de
Libre Comercio y la seguridad fronteriza en Colombia. Esto ayuda a comprender, la relación que hay
entre las alternancias en el poder, de quienes gobernaron durante el período
post invasión y la forma como esos actores acatan los
lineamientos de la Casa Blanca.
El Tratado de
Promoción Comercial –TPC-, obtuvo finiquito
en la actual administración de Ricardo Martinelli, pero tuvo su antesala con Mireya Moscoso y Martín Torrijos.
En el vecino Costa
Rica, el referido acuerdo con EE.UU, implementado desde el 2009, no ha dado la
lluvia de bonanza prometida en cuanto a prosperidad económica y fuentes de
empleos. Su efecto ha resultado ser diametralmente opuesto. El ingreso de
productos provenientes de Estados Unidos, libre de impuestos, ha generado desempleos.
Los daños a la agricultura, provocaron la
migración de campesinos a la ciudad en
busca de trabajo. El acuerdo llevó a la quiebra a muchas pequeñas y medianas
empresas.
Otro cable posterior
al antes citado, el 04PANAMA205_a, del 30 de enero del 2004, descubre pormenores
de una reunión que los cuatro candidatos sostuvieron en Panamá, el 22 de enero del
mismo año con la exembajadora Linda Whatt y el enviado especial y exembajador de
EEUU en Venezuela, el cubano estadounidense, Otto Reich. Todos los aspirantes pasaron por
una entrevista de 10 minutos y una sesión general donde explicaron sus metas y
coincidieron en negociar el TLC.
Sorprende la
presencia de Reich en ese encuentro, debido a que en noviembre del 2002 fue
destituido por el Congreso como subsecretario para Asuntos Latinoamericanos en
virtud de que su nombramiento no había sido confirmado por ese parlamento. Además, fue señalado por el gobierno de Venezuela
como conspirador del golpe contra Hugo Chávez en el 2002. Según
el semanario estadounidense Newsweek, la conjura se realizó en Venevisión,
donde Reich se vio con el magnate, Gustavo Cisneros. Newsweek también reveló que de la oficina de
Cisneros vieron salir al empresario golpista y prófugo venezolano, Pedro
Carmona Estanga, antes de
autoproclamarse presidente el 12 de abril del 2002.
La embajada manejaba
información sobre detalles de las razones por las que Torrijos figuraba como
favorito. Analiza el historial de los otros candidatos, considera que Endara
puede alcanzar un segundo lugar y ubica
en tercera posición a José Miguel Alemán, respaldado por Moscoso.
El cable del 8 de
enero coloca a Martinelli en última posición, según las encuestas, con 5% de
aceptación. La embajada apuntaba a que lograría poco más de 4% de los votos, lo
cual era suficiente para mantener vivo al partido que él creó. El documento
también pone de manifiesto que el italo-panameño, Ricardo Martinelli, a quien identifica como “el caballo oscuro”, había viajado a Washington el 8 de diciembre
del 2003 para mercadearse como un hombre de negocios, administrador talentoso y
emprendedor, capaz de crear empleos,
acabar con la corrupción y gobernar el país con efectividad. Agrega que solicitó el retorno de las Fuerzas
Armadas de EE.UU a Panamá, tema en el que volvió a insistir un mes después, en
enero del 2004, cuando se reunió con la exembajadora Watt, acompañado de su
jefe de campaña, Demetrio Papadimitriu.
Nueve años después, tanta insistencia resulta lógica. La explicación parece tener sentido en la creación
de las famosas bases aeronavales, en el
Pacífico y el Caribe panameño. Académicos panameños de la talla del internacionalista
Julio Yao y el sociólogo, Marco Gandásegui, coinciden en que se trata de un pacto
solapado entre Panamá y EE.UU., para que
los estadounidenses vuelvan a establecer bases militares. Yao cita un acuerdo
suscrito durante la administración de Mireya Moscoso, donde se establece que
las terminales aéreas y marítimas pueden ser utilizadas generosamente por las
fuerzas armadas de Estados Unidos.
Pese a la eliminación
del ejército en la constitución panameña, el gobierno de Martinelli le ha dado
vida a una nueva élite militar conocida como Servicio Nacional de Fronteras
(SENAFRONT). El ente armado ha sido
denunciado como un aparato represor, en
perjuicio de panameños residentes en los sectores colindantes con los
territorios colombianos. Varias agrupaciones populares y grupos indígenas, han
sido reprimidos e intimidados durante
protestas protagonizadas en defensa de sus derechos y ante la amenaza de acabar con
su hábitat y los recursos naturales.
En el cable del 30 de
enero se destaca que pese a la creciente insatisfacción del pueblo panameño por
la corrupción, ninguno de los candidatos para las elecciones de mayo del 2004 es un Chávez, o anti-sistema y que todos
seguirán cooperando con el Partido Republicano en la aplicación de la ley de
seguridad.
Es confesatoria la
expresión “un Chávez”, y queda muy
claro que para Washington, anti-sistema implica la voluntad y dignidad de
mandatarios como el desaparecido
comandante venezolano, que rechazó el servilismo y obediencia a los designios
imperiales y geopolíticos de EE.UU.
La conclusión a la que llegan los diplomáticos de
la embajada de Estados Unidos en Panamá, en torno a la inexistencia de algún
prototipo de Hugo Chávez, refuerza su tranquilidad y tiene relación con un
cable anterior, el 04 PANAMa145_a, del 23
de enero del 2004. En el documento la
sede norteamericana anota la posición de algunos analistas, quienes aseguraban
que el ambiente estaba listo para el surgimiento de un político populista y sin
escrúpulos, tipo Chávez, que explotaría la desilusión de los panameños ante la
creciente corrupción en la clase gobernante.
Seguramente el
optimismo expresado en el documento diplomático, obedece a que Martín Torrijos,
el hijo del General Omar Torrijos Herrera, quien figuraba como el favorito para
ganar las elecciones, tal y como ocurrió, no era igual a su padre. Pese a
los defectos históricos que puedan ser atribuidos al finado militar, no hay
duda alguna que los métodos de negociación que Martín empleaba con EE.UU., eran muy diferentes a los de su progenitor. Igual escenario pintan a favor del General,
los logros sociales y las reivindicaciones nacionalistas, la recuperación de
los territorios ocupados, el éxodo de la soldadesca gringa y el control
absoluto de los panameños en la operación y administración del Canal de Panamá.
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