martes, 22 de junio de 2010

Migrantes al filo de la muerte






Gobiernos, políticos y organismos internacionales cacarean mucho de derechos humanos. El derecho a la vida parece importarle a pocos.

Te invito a leer un grano de arena de esta verdad, prisionera en la agenda de nuestros países.


En uno de mis viajes por Centroamérica, recién inició este año, presencié un documental en bruto, que intenta mostrar la vía crucis que atraviesan miles de migrantes centroamericanos rumbo a Estados Unidos.
La mayoría van preñados de sueños en busca de una mejor vida. Ignoran que sus esperanzas se transformarán en escenas de dolor. Las opciones van desde vender su dignidad y sentido de humanidad, por sobrevivir, hasta la tortura, el secuestro y la muerte.
Mujeres y hombres son asaltados. Las féminas, además de ser despojadas de sus pertenencias, son manoseadas y violadas carnalmente. Quienes no mueren en manos de la delincuencia, lo hacen en las vías del tren. Los más afortunados resultan mutilados.
Llegar a Estados Unidos les toma, a los que sobreviven, unos 60 días, aproximadamente. Hay quienes prefieren cruzar sin riesgos, por ello pagan 10 mil dólares. Desde la frontera de Guatemala hasta Estados Unidos hay 4 mil kilómetros de recorrido.
Algunos confían sus vidas a los denominados “coyotes”, quienes supuestamente deben ayudarles a realizar el recorrido. Desconocen que muchos de éstos trabajan con grupos criminales, como los “Zetas”, quienes infunden temor en los territorios por donde atraviesan los migrantes.
El periodista Oscar Martínez del diario digital El Faro, en El Salvador, revela que aunque los “Zetas” son conocidos internacionalmente como un cartel del narcotráfico, desde hace algún tiempo diversificaron sus actividades y ahora lucran de los indocumentados, a quienes secuestran para pedir rescate a los parientes de sus victimas.
Según una investigación realizada por Marco Antonio Rodríguez Martínez difundida en Internet, bajo la monografía “El poder de los “Zetas”, sus integrantes son principalmente ex militares mexicanos de alta capacidad en el manejo de armamento, quienes decidieron vender sus servicios, en busca de mejores ingresos, al Grupo del Cartel del Golfo.
Como ex militares fueron entrenados por soldados extranjeros en logística, artes marciales, seguridad, asalto y toma de edificios. No suelen ser delincuentes que surgieron de las calles.
El documental dirigido por Marcela Zamora y el diario digital El Faro de El Salvador, cuyo director es Carlos Dada, presenta testimonios de algunos migrantes que han logrado salvar sus vidas. Cuentan que en territorio mexicano los maquinistas de una línea de trenes de carga, que va de ciudad Juárez al Norte, detienen los vagones, sin justificación alguna. Esto permite que hombres armados secuestren a los indocumentados.
Una viajera se refiere a la forma como se organizan. Asegura que unos secuestran, otros cuidan a los secuestrados y luego están los llamados carniceros. Estos últimos se encargan de quitarle la vida a los que no pagan por su libertad. Los rescates oscilan en cuantiosas sumas que van de 2 mil a 5 mil dólares. El que no cumpla es descuartizado e incinerado.

El padre Pantoja es otro testigo del documental. Su voz no se reduce al silencio, aunque son constantes las amenazas de muerte que recibe. Calcula que en 6 meses los secuestrados suman hasta 9 mil. Estima en 25 millones de dólares las ganancias que obtiene el crimen organizado por los secuestrados durante ese período.

Seres humanos están desapareciendo, sin que nadie haga nada. Es un gran negocio a costa de la vida de migrantes centroamericanos, en el que incluso también transitan panameños.
Los colegas de El Faro digital, dedicaron un año y medio a este trabajo, ingresando en las entrañas del mal. Han querido denunciar un problema que resulta ser más grave de lo que parece. Este artículo es un pequeño intento por resaltar el trabajo humano de estos valientes salvadoreños, héroes anónimos de una verdad que muchos pretenden ocultar.

Semana Santa, hipocresía religiosa o motivo de reflexión


Recién concluyó la denominada "Semana Santa", de la cual poco se reflexiona. Para muchos solo se trata de una costumbre religiosa. En torno a su figura central, cabe la pregunta: ¿quién fue Jesús y cómo vivió?
Jesús no era un hombre religioso, ni radical, pero sí un permanente inspirador de la fe y un revolucionario pacífico. Las fuentes de sus lecciones eran el que hacer de la vida cotidiana. Transmite los mensajes del perdón mediante imágenes, como la oveja perdida, el tesoro perdido y el hijo perdido, etc.
Aunque decía que el discípulo supera al maestro, sus enseñanzazas estaban precedidas de pragmatismo. Primero hacía y luego decía.
Fue criticado por aceptar a las prostitutas, cobradores de impuestos y pecadores, a quienes llamaba a cambiar su forma de vida. Estos eran vistos por el sistema religioso como las castas despreciadas, por no acatar el mandamiento de Dios y por el tipo de oficio que ejercían. Estos despreciados a quienes Jesús aceptó, no tenían opción de salvación, de acuerdo a la clase religiosa de la época.
Confrontó a los sacerdotes, responsables del culto en Jerusalén. Su ascenso lo heredaban, al pertenecer a esa clase; los escribas, maestros en teología y jueces, decidían sobre el derecho religioso y penal y los fariseos, laicos y fanáticos, provenían de todos los estratos de la población, formados en la primera mitad del Siglo II, a.C.
Estos religiosos exigían a la gente cumplir con preceptos y tradiciones que ellos eran incapaces de acatar. Jesús los calificó de hipócritas. (Mt 23:23). Serpientes, raza de víboras!. Cómo van a escapar del castigo del infierno. (Mt23:33-35).
La pregunta obligada es ¿Jesús reprocharía hoy a aquellos líderes evangélicos y católicos por amasar grandes riquezas materiales, mientras en sus congregaciones sus feligreses atraviesan necesidades? En una ocasión dijo, el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.
¿Confrontaría a los sacerdotes pedófilos, y los llamaría al arrepentimiento?, o ¿cumpliría con los preceptos del derecho canónico?, haciéndose cómplice del encubrimiento que durante siglos ha mantenido la jerarquía de esa iglesia, sobre tan grave infamia cometida contra niños y que hoy salpica al actual Papa Benedicto XVI y a su hermano, monseñor Georg Ratzinger .
¿Guardaría silencio, como han hecho por más de 30 años, los medios masivos y el Vaticano, sobre la extraña muerte en 1978 del papa Juan Pablo I, Albino Luciani?, quien ordenó investigar las andanzas de los administradores del Banco del Vaticano, y el Banco Ambrosiano por los supuestos negocios con la mafia italiana y estadounidense, lo cual según algunos investigadores, le costó la vida.
¿Señalaría a las instituciones cristianas, islámicas o judías que hacen alianza con quienes ostentan el poder económico y político de los países, y que a su vez cometen abusos en perjuicio de nuestros hermanos en todo el mundo? Seguramente los religiosos de hoy también buscarían la forma de matarlo, aunque ignoren que con la muerte, los vence a ellos y al mal que los inspira.
Lo ocurrido en aquella época con Jesús, debería movernos a vivir como él vivió. El cristianismo es una forma de vida apegada a las enseñanzas de Jesús y es la esperanza sobre la muerte, pues fue el único que la venció. Su promesa es clara, todo aquel que actúe conforme a esa forma de vida -cristianismo puro y no religiosidad hueca-, también vencerá la muerte.