martes, 7 de diciembre de 2010

Cuba, encuentro con la naturaleza y la historia





Mi segundo viaje a Cuba fue mejor que el primero. Ocurrió a mediados del 2010 cuando aproveché unos días de vacaciones para hacer turismo. La estadía fue inolvidable. No puedo dejar de consignar algunas de mis experiencias, ni compartir el significado histórico y humano de los lugares visitados.

Mirar la isla por dentro ayuda a entender su pragmatismo. Cuba no solo es el país del deporte, la música, el arte, la medicina, el tabaco y la política. Conjuga mucho más. Cuba es su gente de a pie, descalza por fuera y desnuda por dentro. Humilde y pacífica, pero valiente y enérgica. Con suficiente coraje para resistir medio siglo de sacrificio y lucha. Con sus errores y fallas, costumbres de bien o de mal, nada diferente a cualquier otro lugar sobre el planeta.

Cuba es la expresión del coraje de nuestra América Latina, y el eco de otros pueblos en busca de libertad. Es la voz que le ha dicho no al Imperio. Es tierra soberana que protege sus conquistas, que no traiciona la sangre de sus héroes y el sufrimiento de sus hijos. Es la fuerza de su gente sentada en las calles y en los barrios. Cuba es sus hijos, profesionales que luchan por mantener su autonomía, sin que ello signifique dejar de mirar a su alrededor.

Cuba son sus Mogotes, enormes masas de piedra caliza y vegetación tropical en forma redondeada. En su interior, cuevas o cavernas, senderos de escape y hogar de los Cimarrones, aquella raza valiente que peleaba y escapaba de los esclavizantes españoles. El Palenque, ubicado al occidente de Cuba en el Valle de Viñales, revive esta historia de los años mil ochocientos. Y es que Viñales ha sido reconocido por la UNESCO como uno de los sitios más hermosos del mundo, declarado monumento mundial de la humanidad, cuya principal actividad es el cultivo de tabaco.

Los Cimarrones eran negros africanos, esclavos e instrumentos del amo español para producir y saciar la sed de su avaricia. Anhelaban ser libres. Se rebelaban contra sus verdugos, sin importar los riesgos. Rompían los instrumentos de trabajo, huían, peleaban, se auto mutilaban. Las mujeres abortaban a sus hijos o hasta se suicidaban, se resistían al yugo esclavista e inhumano, la rebeldía les dignificaba.

Sus tácticas hablan de la persistencia por ser libres. Existieron tres formas de cimarronaje; el simple que escapaba para convertirse en prófugo y habitaba cerca de las plantaciones para alimentarse; el de bandas, que se armaba, era aguerrido y se movía de un lugar a otro. El apalencado, que no asaltaba haciendas, vivía apartado, sembraba, construía su refugio y desarrollaba una economía de subsistencia.
No muy distante del Palenque y en un Mogote, está el famoso y mundialmente reconocido mural de la Prehistoria. La estructura de una de estas enormes piedras hizo posible usarla como superficie para el arte y registro de la evolución. En 120 metros de largo por 80 de alto, la pintura representa un tributo a la cultura aborigen. Recoge el paso de los grandes procesos geológicos y evolutivos de la existencia planetaria. Los primeros bocetos del mural fueron diseñados por Leovigildo González, en septiembre de 1959. Sus pintores eran campesinos de esa región. Para darle pinceladas a la roca, permanecían colgados durante 8 horas diarias por andamios o paracaídas.

El Mural de la Prehistoria, también es un restaurante donde el panorama de la evolución, pintado en piedra, se conjuga con la oportunidad que tienen sus visitantes de probar la buena comida criolla cubana y saborear la mejor piña colada que ha degustado este servidor.

Ya saben, si van a Cuba, no dejen de ir al occidente para conocer la bella provincia de Pinar del Río y apreciar los Mogotes con toda la maravilla que abraza el verde del Valle de Viñales.

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