Para algunos periodistas “WikiLeaks” hasta hace poco dejó de ser un término desconocido, para otros ni siquiera existe. Desde su creación en el 2006, ha revelado las actividades ilegales cometidas por gobiernos, -principalmente el estadounidense-, poderosas multinacionales y bancos, entre otros actores.
Los 251 mil 287 cables confidenciales con información de 274 embajadas del gobierno estadounidense y del Departamento de Estado, que desde fines de noviembre empezó a publicar, continúan generando noticia. Los documentos dejan en evidencia la ejecución de una operación de espionaje diplomático. La denominada inteligencia humana, es decir, obtener información mediante el contacto personal, fue una de las técnicas empleada por los diplomáticos norteamericanos. La organización de las Naciones Unidas (ONU), incluyendo a su Secretario General, el surcoreano Ban Ki-moon, fue blanco del referido espionaje diplomático.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton quien calificó la divulgación como un ataque a la diplomacia de su país, no ha desmentido las verdades que se revelan en los documentos. Los argumentos del Gobierno estadounidense y de sus aliados en contra de las filtraciones de WikiLeaks, se basan en el supuesto riesgo al que podrían exponerse la vida de algunas personas y la trillada excusa de la seguridad nacional, usada por las administraciones del planeta cuando mantienen en secreto los actos ilegales en los que incurren y las mentiras que le venden a sus pueblos.
Al referirse a las publicaciones de WikiLeaks sobre los secretos de EE.UU., Julian Assangge, fundador del cuestionado sitio, argumenta que el secretario de Defensa de E.EUU, Robert Gates, admitió en una carta enviada al Congreso de ese país que ninguna fuente o método confidencial de inteligencia ha sido comprometida por la revelación de las bitácoras de la guerra afgana y que el Pentágono declaró no existir evidencia en torno a que las revelaciones de Wikileaks hayan llevado a que alguien sea dañado en Afganistán.
La periodista estadounidense Amy Goodman, conductora del programa Democracy Now¡ (Democracia Ya!), que se transmite diariamente por más de 800 emisoras de radio y televisoras en Estados Unidos, América Latina y Europa, analiza el impacto de algunos de estos documentes. Goodman cita el caso del alemán, Khaled El- Masri, secuestrado en Macedonia por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y torturado en una cárcel secreta en Afganistán por varios meses, hasta ser abandonado en una carretera desierta en Albania. Aclara que esto ocurrió a pesar de que la CIA sabía que había secuestrado al hombre equivocado. Según Goodman, El-Masri denunció el caso. “Todo indicaba que 13 agentes de la CIA enfrentarían cargos en los tribunales alemanes”, asegura la periodista. En uno de los telegramas filtrados por WikiLeaks, la embajada de EEUU en Berlín envió este mensaje: “la emisión de órdenes de captura internacional tendría un impacto negativo en las relaciones bilaterales.” “Nunca se presentaron cargos, lo que sugiere que la amenaza diplomática funcionó”, concluye Goodman.
Los grandes consorcios del poder mediático mundial, el estadounidense The New York Times, el periódico inglés The Guardian, la revista alemana Der Spiegel, el periódico francés, Le Monde y el español, El País, a quien Julian Assange, hoy detenido por autoridades británicas, entregó los documentos, ya empezaron a ser mutilados, para aliviar la carga del Departamento de Defensa de EE.UU. De acuerdo a Assange, el sitio ha sido objeto de ciberataques, antes y después del 28, logrando de manera parcial dejarlo inactivo.
“Únicamente serán publicados aquellos papeles que consideremos que no representan una amenaza para la seguridad de personas o países”, anunció el diario El País de España. Más de 13 mil de estos archivos se refieren al gobierno, el Rey, la judicatura y al sector empresarial español y 3 mil 600 contienen comunicaciones de la embajada estadounidense en Madrid.
El gobierno estadounidense desde hace algún un tiempo trabaja en una ley que otorgue poder al Presidente para bloquear la red de Internet en ese país, bajo el pretexto de seguridad nacional. En Europa hay empresas trabajando por acabar con la neutralidad de la red. La supuesta libertad de expresión en Internet podría convertirse en la ilusión del pasado. El desenlace de las filtraciones de WikiLeaks está claro, los secretos consignados en estos documentos serán reducidos a una pequeña porción, para que no se conozcan las verdades más crudas del espionaje diplomático y de las figuras políticas del planeta.
Los 251 mil 287 cables confidenciales con información de 274 embajadas del gobierno estadounidense y del Departamento de Estado, que desde fines de noviembre empezó a publicar, continúan generando noticia. Los documentos dejan en evidencia la ejecución de una operación de espionaje diplomático. La denominada inteligencia humana, es decir, obtener información mediante el contacto personal, fue una de las técnicas empleada por los diplomáticos norteamericanos. La organización de las Naciones Unidas (ONU), incluyendo a su Secretario General, el surcoreano Ban Ki-moon, fue blanco del referido espionaje diplomático.
La secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton quien calificó la divulgación como un ataque a la diplomacia de su país, no ha desmentido las verdades que se revelan en los documentos. Los argumentos del Gobierno estadounidense y de sus aliados en contra de las filtraciones de WikiLeaks, se basan en el supuesto riesgo al que podrían exponerse la vida de algunas personas y la trillada excusa de la seguridad nacional, usada por las administraciones del planeta cuando mantienen en secreto los actos ilegales en los que incurren y las mentiras que le venden a sus pueblos.
Al referirse a las publicaciones de WikiLeaks sobre los secretos de EE.UU., Julian Assangge, fundador del cuestionado sitio, argumenta que el secretario de Defensa de E.EUU, Robert Gates, admitió en una carta enviada al Congreso de ese país que ninguna fuente o método confidencial de inteligencia ha sido comprometida por la revelación de las bitácoras de la guerra afgana y que el Pentágono declaró no existir evidencia en torno a que las revelaciones de Wikileaks hayan llevado a que alguien sea dañado en Afganistán.
La periodista estadounidense Amy Goodman, conductora del programa Democracy Now¡ (Democracia Ya!), que se transmite diariamente por más de 800 emisoras de radio y televisoras en Estados Unidos, América Latina y Europa, analiza el impacto de algunos de estos documentes. Goodman cita el caso del alemán, Khaled El- Masri, secuestrado en Macedonia por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y torturado en una cárcel secreta en Afganistán por varios meses, hasta ser abandonado en una carretera desierta en Albania. Aclara que esto ocurrió a pesar de que la CIA sabía que había secuestrado al hombre equivocado. Según Goodman, El-Masri denunció el caso. “Todo indicaba que 13 agentes de la CIA enfrentarían cargos en los tribunales alemanes”, asegura la periodista. En uno de los telegramas filtrados por WikiLeaks, la embajada de EEUU en Berlín envió este mensaje: “la emisión de órdenes de captura internacional tendría un impacto negativo en las relaciones bilaterales.” “Nunca se presentaron cargos, lo que sugiere que la amenaza diplomática funcionó”, concluye Goodman.
Los grandes consorcios del poder mediático mundial, el estadounidense The New York Times, el periódico inglés The Guardian, la revista alemana Der Spiegel, el periódico francés, Le Monde y el español, El País, a quien Julian Assange, hoy detenido por autoridades británicas, entregó los documentos, ya empezaron a ser mutilados, para aliviar la carga del Departamento de Defensa de EE.UU. De acuerdo a Assange, el sitio ha sido objeto de ciberataques, antes y después del 28, logrando de manera parcial dejarlo inactivo.
“Únicamente serán publicados aquellos papeles que consideremos que no representan una amenaza para la seguridad de personas o países”, anunció el diario El País de España. Más de 13 mil de estos archivos se refieren al gobierno, el Rey, la judicatura y al sector empresarial español y 3 mil 600 contienen comunicaciones de la embajada estadounidense en Madrid.
El gobierno estadounidense desde hace algún un tiempo trabaja en una ley que otorgue poder al Presidente para bloquear la red de Internet en ese país, bajo el pretexto de seguridad nacional. En Europa hay empresas trabajando por acabar con la neutralidad de la red. La supuesta libertad de expresión en Internet podría convertirse en la ilusión del pasado. El desenlace de las filtraciones de WikiLeaks está claro, los secretos consignados en estos documentos serán reducidos a una pequeña porción, para que no se conozcan las verdades más crudas del espionaje diplomático y de las figuras políticas del planeta.