sábado, 15 de enero de 2011

“El Cambio: la masacre de Bocas del Toro”


Los abusos en los que incurrió la policía en contra de trabajadores del banano y moradores en Changuinola a mediados del 2010, quizá no fueron conocidos en su cruda realidad. Adquieren matices interesantes a través de los testimonios de algunas de sus víctimas. Un trabajo audiovisual de 48 minutos, denominado “El Cambio: la masacre de Bocas del Toro”, da fe de ello. La realización tiene como autora a la cineasta italiana, Micol Pecoraro.
El nombre del vídeo no es casual, abriga la ironía de las promesas electorales mercadeadas por un movimiento que ha intentado colocarse como partido político y que con la ayuda de amigos y extraños llegó al poder. Descubre verdades de la represión, poco difundidas, presuntamente a causa de las amenazas e intimidaciones protagonizadas contra periodistas y directivos de medios.
El documental, dado a conocer a inicios de enero del 2011 por el sitio español en Internet, Rebelión y presentado en Barcelona a fines de noviembre del 2010, es un esfuerzo del grupo Solidaridad con Panamá, -activistas españoles en Barcelona- y el trabajo de una caravana internacional denominada, “Por el Respeto a la Vida y Dignidad del Pueblo Panameño”. La caravana partió por tierra desde México y atravesó Centroamérica hasta llegar a Changuinola, a pocos días de perpetrada la represión. Fue recibida por dirigentes de Changuinola y del Frente Nacional por la Defensa de los Derechos Económicos y Sociales (FRENADESO).
Antes de presentar el documental en Barcelona, los activistas muestran a un grupo de españoles, algunos datos socioeconómicos. Citan a la Organización Mundial de la Salud, (OMS) que revela que 800 mil panameños están mal alimentados, el 60% de la población rural es pobre, al igual que el 96.3% de la población indígena y el 17% de los asalariados. Mencionan información del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que señala que Panamá, Honduras y Guatemala, figuran en la lista de los 10 países más desiguales del mundo.
En el documental, testigos y víctimas del abuso denuncian la forma como la policía, desde los helicópteros, lanzaron perdigones, balas de plomo y gases contra los manifestantes y pobladores. Hablan de las provocaciones a la que apelaron los uniformados y la manera como los huelguistas fueron humillados.
Un testigo muestra un cartucho de bala vacío utilizado y asegura que ese tipo de proyectil es empleado para matar búfalos. Menciona que uno de sus compañeros perdió un riñón, a consecuencia de una de estas balas.
Otra víctima, un afectado de la vista, refresca lo vivido durante una madrugada, después de ser intervenido quirúrgicamente. Testifica que la presencia policial era permanente: “en cada cama había un policía cuidándonos”, comenta. Cuenta que un sargento golpea su cama y luego grita: “levántense, levántense, vayan a tirar piedras, qué hacen ustedes aquí, vayan a tirar piedras”, concluye.
Para las víctimas y testigos de la represión, el cambio representa las marcas que llevan en sus cuerpos. Lo ocurrido parece haber dejado una vaga lección en los que ostentan el poder. Hoy proponen una ley, cuyo camino se orienta más al autoritarismo y la persecución que a la democracia. El futuro y las urnas deberán ser el juez implacable que les condene por sus constantes desatinos e irrespetos en perjuicio de quienes se dejaron llevar por la carga emocional de la propaganda y el mercadeo político.

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