martes, 26 de noviembre de 2013

Reflexiones de vida

La avaricia se apodera del planeta. El sistema profetiza la destrucción ante un entorno económico que por su estructura de explotación atenta contra la ecología y el orden natural del universo.

Las alarmas de los científicos sobre los efectos contaminantes y el calentamiento global siguen el desoído de dignatarios y políticos, aquellos que se hacen llamar y creer líderes de las grandes potencias, aunque en realidad solo son simples peones, pagados por poderosos, depredadores insaciables, quienes son los que realmente gobiernan.

Al otro lado del dibujado catastrófico escenario y para muchos, seguramente panorama pesimista y destructivo, una masa permanece inerte. Pese a ser superior en cifras a los que desgobiernan, no reacciona. 

En el panorama apocalíptico, un futuro incierto. Una juventud que permanece abyecta. Narcotizada por la tecnología y la superficialidad de sus contenidos y bombardeada por modelos de consumo y preferencias importadas, prefiere dedicar tiempo a redes sociales y a nimiedades que le permiten saciar su vanidad. Reflexionar, razonar, cuestionar y criticar, escasean en su lenguaje.  

El sistema educativo que les deformó y vio crecer se descolora y abona al fenómeno. La educación es un negocio, no un derecho. Se estudia para ganar dinero o para obtener un título.  El contenido no importa, la esencia mucho menos.

El lado bueno del internet para romper las censuras informativas, que es como el hemisferio izquierdo del cerebro, se vislumbra invisible a la óptica de la muchachada perdida en su egoísmo y superficialidad. Aquella distorsión de los desacertados procesos educativos inserta y hace culto a la memoria, no a la razón. Borrar la historia es parte de la deformación.  Pensar es un mito, a quién le importa. La vida les sobra, porque su juventud es prolongada. El tiempo que no perdona, pasa inadvertido ante una mente sin conciencia. El reloj traerá consigo la factura. Cuando ello ocurra, quizás para muchos sea muy tarde.

Los valores son insignificantes, porque la vida no vale nada sin bienes, dinero y poder. Lo que vale es la posición que obtengas, no importa cómo. Desplazar a otros, destruir y avanzar es la meta.  
  
La verdad y la mentira se confunden, no hay discernimiento sobre la una y la otra. A lo bueno le llaman malo y a lo malo le llaman bueno. Los que descubren y denuncian el mal son delincuentes o terroristas, mientras sus hacedores son héroes, gente que defiende la seguridad de sus naciones.

Mercaderes de la política cada periodo de tiempo se asesoran de estrategas de la propaganda, o dicho como es, manipuladores de conciencia, engañadores a sueldo para marear al electorado con libretos de actuaciones bien formuladas. 

Estudian el comportamiento de los incautos, particularmente de los más pobres y los más ignorantes. Las tendencias de esperanzas y reclamaciones siempre van en la misma dirección. Por ello no es complicado armar los paquetes de manipulación y regarlos en los medios masivos. La televisión y la radio son los más importantes y ahora las redes sociales. Al final de la historia, el triunfo depende del dinero y cuan efectivo fue cada uno en manipular y decirle a la gente lo que deseaba escuchar.

En entornos como el canalero istmeño, bañado por dos mares, con raíces en los negocios de extranjeros y el asedio español, colombiano y norteño, solo se trata de relevos de una politiquería criolla y corrompida. Representan o son la misma gente, antes y después de la invasión que clausuró el siglo pasado. Se trata de compartir el poder. Una misma clase política entronizada con los intereses de los más ricos, juegan con las mismas reglas. Se acusan y atacan en público, pero tras el telón comparten negocios, están conectados por sangre y comen y ríen juntos. Se mofan de los que consumen el guión de sus circos, mientras los de abajo, amigos y parientes se fragmentan en peleas intestinas pero con mayor legitimidad que la de estos seres sin escrúpulos, que no respetan nada, ni a nadie.

Abrid los ojos, escuchad y comparad lo que digo con lo que ves. La puerta de la libertad es la verdad, pero no la verdad impuesta, ni la que alude a la anarquía. La verdad con orden y ley, la verdad que no es egoísta y que enfrenta su crudeza sin importar el precio que tengáis que pagar por obtenerla.  

martes, 12 de noviembre de 2013

Periodismo: el oficio más difícil

Cada día es mayor el número de noticias que se divulga a nivel mundial, sin que ello signifique que la gente esté realmente enterada de lo que ocurre. Acceder a la información es más complicado de lo que parece, particularmente por el control que diversos actores ejercen a su alrededor. Las constantes amenazas y restricciones a los que están sometidos los periodistas, complican el ejercicio de la profesión, sobre todo por el rigor de independencia que la disciplina exige. En el “Día del Periodista” que se conmemora en Panamá el 13 de noviembre de cada año, consagrado en memoria del periodista y poeta Gaspar Octavio Hernández, quien murió sentado frente a su máquina de escribir, es justo recordar que lo antes expuesto, pocas veces es objeto de reflexión y debate en el periodismo nacional. Veamos algunos escenarios del plano global y local. 

Los últimos escándalos sobre el espionaje que han salpicado al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, están íntimamente ligados a la falta de información, ocultación de hechos, y violación a los derechos humanos.

En octubre del 2013, el Comité para la Protección de los Periodistas -CPJ-, organización independiente que promueve la libertad de prensa y los derechos de los periodistas a nivel mundial, con sede en Nueva York, publicó un informe que revela que los empleados gubernamentales de EE.UU, viven en constante temor de hablar con los medios. Los sospechosos de conversar con periodistas sobre cualquier tema que el gobierno haya clasificado como secreto, son investigados, sometidos a la prueba del polígrafo y a un escrutinio en sus cuentas electrónicas y números telefónicos.
El “Programa contra amenazas Internas”, vigente actualmente, ordena a los empleados federales a vigilar a sus colegas para ayudar a prevenir la filtración. La ley de Espionaje de 1917, aprobada durante la Primera Guerra Mundial para evitar el espionaje de extranjeros, se emplea con el propósito de castigar a quienes filtren información clasificada a los medios, perseguir a periodistas y a sus fuentes.

Para el veterano corresponsal del New York Times en Washington, David Sanger, esta es la administración más cerrada y obsesionada por controlar la información que él haya cubierto jamás.

El editor The Guardian, Alan Rusbridger, en agosto de este año publicó un artículo en el que denuncia que el gobierno británico lo amenazó de emprender acciones legales en su contra, al menos que destruyera o entregara a las autoridades los discos duros con la información que le proporcionó el exagente de la CIA y de la Agencia de Seguridad Nacional –NSA-, Edward Snowden. El periódico londinense fue el primero en publicar las filtraciones sobre el espionaje de Estados Unidos, que ha desatado un escándalo mundial.

En Panamá, la situación no es muy diferente. Al estilo de lo ocurrido con Julian Assange, Bradley Manning y Edward Snowden -perseguidos por revelar secretos del mal- la procuradora Ana Belfon, exfiscal durante el régimen de Manuel Antonio Noriega, en octubre de este año presentó una propuesta ante la Asamblea Nacional que busca castigar a quien difunda información contenida en correos electrónicos. 

Con la intención de silenciar a periodistas, se lanzan campañas orientadas a poner en duda su integridad. El chantaje está incluido. Existen informes públicos bajo custodia del gobierno del presidente Ricardo Martinelli que solo se filtran a ciertos medios. Hay otros documentos a los que nadie tiene acceso. Las vocerías del gobierno evaden  ser el centro de atención en torno a su deber de rendir cuentas. Las evasivas sin argumentos sobre interrogantes puntuales en torno a escándalos por presunta corrupción y sobrecostos en los grandes proyectos que intentan terminarse a la carrera, previo al torno electoral de mayo del 2014, se han tornado natural en esta administración. Las presiones sobre dueños de medios, directivos y periodistas, en algunos casos, logran tener éxito. A los periodistas se les veda divulgar ciertas noticias, mientras a otras se les mutila sus contenidos. Es una modalidad de censura que no se denuncia. El estilo actual de amenazas contra periodistas ya había sido practicado antes por el hoy presidente Martinelli, cuando fue candidato  en los dos períodos anteriores.

La ausencia de análisis y contextualización de algunos acontecimientos, también amenazan el trabajo del periodista y atentan contra el derecho que tiene la gente a saber la verdad. La actividad reporteril, sometida a diario a limitaciones de tiempo y espacio, como excusa de la pretendida inmediatez y primicia, arroja como resultado la difusión de notas breves, superficiales y sin contenido. Para el periodista español y analista del fenómeno, Pascual Serrano,se trata de jibarizar la comunicación, es decir, reducirla a su mínima expresión. Al respecto apunta algunos espacios en internet y el lado nocivo de las modernas tecnologías, incluyendo las redes sociales.  

Twitter, la red social donde los temas centrales giran alrededor de la información y la opinión pública y cuyos protagonistas suelen ser las figuras públicas y los medios masivos de comunicación, cada vez se está explotando más para coartar la libertad de pensamiento y expresión de los periodistas. En EE.UU. Inglaterra y Brasil, existen medios de comunicación que han adoptado reglamentos para impedirles tuitear determinado tipo de comentarios y datos noticiosos. La opinión no se admite porque es subjetiva y la idea es convencer a la gente de que el periodista y los medios son  objetivos, aunque existan posiciones claramente definidas, antes de procesar y publicar un suceso. Pese a que en el resto de Latinoamérica no se ha formalizado este nuevo estilo de censura, a través de un reglamente, como ocurre en Brasil, sí se formulan las debidas recomendaciones con sutiles advertencias, en algunos casos de forma indirecta y en otros de manera directa.   


El sagrado apostolado del periodismo, seguirá siendo arriesgado, con el sacrificio de la vida que ha significado para muchos. En los últimos años vienen surgiendo espacios alternativos que abren nuevas oportunidades y opciones para realizar el periodismo independiente que regularmente se dificulta concretar en los medios tradicionales. Es el deber  que tienen los periodistas por ejercer el oficio más difícil, pero también el más fascinante.